martes, 7 de abril de 2015

Deltoedro apresurado (relato)

Un pequeño tributo a Planilandia:

El deltoedro vuela a toda velocidad, tiene prisa porque va a llegar tarde a su puesto de trabajo, que se encuentra en la dimensión 11-D. Él está ahora en la más baja, la 3-D, que es donde vive, y aún debe hacer un recorrido por casi la mitad del Espacio, para llegar a la terminal de espirales de transporte que lo llevarán hasta su destino. Tiene hambre, y su superficie, que le da forma a su cuerpo, comienza a suavizarse y a perder solidez.
—¡Mierda, tengo que comer algo!
Hace una pausa, y trata de recordar la cafetería más cercana. “Supongo que la de la familia de los octaedros triakis”, piensa. Cambia de dirección, no sin chocar con un tetraedro que le dispara una blasfemia:
—¡Ten cuidado, sólido! ¡Mi abuela se orienta mejor que tú, y eso que es una línea!
El deltoedro continúa sin hacerle caso. Una vez allí, pide un sándwich de paraboloides y lo devora con gusto. Mira el reloj-geoesfera que está en la pared y lanza una exclamación. Le quedan quince cronones para que comience la jornada de trabajo. Si no está en la fábrica de planos a tiempo, lo pueden despedir. El régimen del Gobierno del Espacio es implacable y estricto, y no permite el retraso más pequeño.
Vuela a toda velocidad fuera de la cafetería, no sin antes despedirse de su amigo el chef. Logra llegar a tiempo a la Estación, donde miles de sólidos geométricos se agolpan para entrar en las espirales de transporte. Percibe una vibración de espacio que resuena en todo el lugar, proveniente de los altavoces:
—Espiral verde 54 con destino a 32-D, saliendo en tres cronones.
—¡Esa es la mía! —exclama el deltoedro y se manda a volar lo más rápido que puede, atropellando sólidos de todas formas y colores a su paso. ¡Llegar a tiempo es lo más importante para él en todo el Espacio!
Finalmente llega y se introduce en una espiral, que parte casi al instante. Está cansado, y por su superficie se propagan suavemente ondas de agotamiento. Pero lo logró, no va a perder su trabajo… ni su vida. ¡Es que un sólido sin trabajo es un sólido sin utilidad que no merece vivir!
La espiral de transporte se detiene frente a la fábrica, el deltoedro sale y se dirige hacia ella, feliz.

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